Chapter 5
Mary C. Dyson

5. Panorama de investigación: Tipos

Introducción

La investigación sobre legibilidad se enfocó en materiales impresos hasta la década de 1980. Herbert Spencer, quien había escrito una reseña sobre dicha investigación en 1968, comentó poco después que ésta debía enfocarse en diferentes formas de producción, así como en todos los medios de difusión (Spencer, 1970, p. 73). Dudo que él pudiese haber imaginado la presente ubicuidad de dispositivos como los teléfonos celulares y las tabletas, pero sí pudo darse cuenta de que surgirían nuevos retos sin las limitaciones de la página impresa. Aunque algunos estudios relativamente recientes se han centrado en la legibilidad de impresos (por ejemplo, Lonsdale, 2006, 2007), es posible afirmar que las investigaciones actuales se interesan más comúnmente en la lectura y la interacción con las pantallas.

Para proporcionar una visión general de los resultados de la investigación sobre legibilidad, mi punto de partida es el tipo de letra. La investigación que ha utilizado materiales presentados en pantallas se examina junto con la que ha empleado impresos, y se hacen comparaciones cuando sea pertinente. En lugar de simplemente resumir los resultados, incluyo además el contexto y los objetivos de la investigación, pues es posible que éstos afecten la manera en que interpretemos los resultados y los relacionemos con la práctica del diseño. No dudo que desde tu punto de vista, una serie de directrices y recomendaciones bien definidas sobre la manera de diseñar para lograr una óptima legibilidad podría ser más útil, éstas probablemente simplificarían demasiado y resultarían confusas. Creo que la mejor manera de abordar esto es intentando entender cómo y por qué las variables tipográficas y gráficas afectan diferentes aspectos de la lectura, para tomar decisiones informadas de diseño, en lugar de solo prescribir un método. Un conjunto de directrices basadas en la investigación y que abarcan el diseño y la usabilidad están a tu disposición.

Pantalla versus papel

Un punto de partida para la investigación sobre la lectura en pantalla, fue hacer comparaciones con la lectura en papel; Dillon (1992, 2004, Capítulo 3) reseña dichos estudios. En cierto sentido, se trató de estudios de legibilidad ya que éstos utilizaron medidas como la velocidad de lectura, y los resultados generalmente indicaron que la lectura en pantalla es más lenta. En su momento, resultaron útiles para informar a los educadores, pero su aplicación práctica para los diseñadores que buscaban orientación sobre cómo optimizar la legibilidad fue limitada, a menos que solo estuvieran tratando de decidir entre usar la pantalla o un impreso. Los resultados tienen una menor relevancia hoy en día, ya que estos estudios –realizados en las décadas de 1980 y 1990– utilizaron la tecnología de tubo de rayos catódicos (CRT), la que es actualmente obsoleta y ha sido reemplazada por pantallas de cristal líquido con transistores de película delgada (TFT-LCD). Éstas tienen la ventaja de una mayor resolución, así como otras mejoras en calidad de imagen y capacidad de exhibir texto. El Panel 5.1 describe un estudio que analiza el anti-aliasing y el mejoramiento de la legibilidad.

Además de las pantallas LCD con retroiluminación, se cuenta con dispositivos específicos para lectura de libros electrónicos con pantallas de papel electrónico o de tinta electrónica (eInk), las que se asemejan deliberadamente al papel. Dado los cambios en tecnología, ahora hay menos diferencias entre los materiales impresos y en pantalla, además de que los lectores están ahora más familiarizados con la lectura en pantallas.

Sin embargo, quedan algunas diferencias ergonómicas, en particular con las computadoras de escritorio, tales como la mayor distancia y el ángulo entre el lector y el material en pantalla (Figura 5.1). Otras diferencias entre los impresos y las pantallas más pequeñas (tabletas y teléfonos) se relacionan principalmente con el modo en que se estructura el texto y nuestra manera de interactuar con él, lo que posiblemente tenga menos que ver con la lectura a nivel de letras y palabras individuales.

Distance between reading material and eyes

Figura 5.1: La distancia entre el material de lectura y nuestros ojos como el ángulo de visión, varía dependiendo del dispositivo. Esto implica que el ángulo visual de la tipografía es relevante, ya que el tamaño del tipo estará limitado a un ángulo menor en una distancia mayor (véase la Figura 3.2).

Recientemente ha habido un renacimiento de estudios que comparan la lectura en pantalla y de impresos, los cuales han tratado de descubrir si la lectura en pantalla es aún más difícil que la lectura de impresos. Los resultados sugieren que la legibilidad de texto en pantalla ya no es problema, aunque puede ser necesario que la pantalla se coloque de modo que asemeje al ángulo en el que normalmente se lee en papel (un ángulo de inclinación de la pantalla de 15 °) para reducir la fatiga ocular. El Recuadro 5.1 describe más detalles del estudio.

Preguntas: ¿Prefieres leer en pantalla o en papel? ¿Depende de lo que estés leyendo? ¿Podría cambiar tu preferencia si utilizaras tu método menos preferido durante un periodo de tiempo razonablemente largo? ¿O simplemente preferimos lo que estamos acostumbrados a hacer?

Tipo de letra

Una conclusión quizás sorprendente de varios estudios es que los tipos de letra de uso común para texto (al contrario de los tipos de letra de presentación u ornamentales) no muestran diferencias en el rendimiento, el que normalmente se mide por medio de la velocidad de lectura y la comprensión (Figura 5.2). Tinker (1963, 1965) reseñó los estudios tradicionales de investigación.

Reading speed in three radically different typefaces

Figura 5.2: Uno de los estudios tradicionales incluyó siete tipos de letra de uso frecuente y tres radicalmente diferentes. La lectura más lenta ocurrió con Cloister Black; Garamond fue uno de los siete que no mostraron diferencias en cuanto a velocidad de lectura (Paterson y Tinker, 1932 reseñado en Tinker, 1963, 46-47).

Al comparar tipos de letra en pantalla, incluso aquellos diseñados específicamente para pantalla (por ejemplo, Georgia, Verdana, Trebuchet, Tahoma), encontramos que tal vez no puedan ayudarnos a leer más rápido, pero tampoco disminuyen velocidad. Las diferencias emergen con tipos de letra ciertamente oscuros e inusuales que se ven radicalmente diferentes a los demás. Por ejemplo, se encuentra una diferencia al comparar Tahoma (sans serif) con una fuente ornamentada, Corsiva (Figura 5.3).

Comparing different typefaces

Figura 5.3: Al igual que en los estudios que emplean impresos, solo se hallan diferencias cuando se comparan tipos de letra (por ejemplo, Tahoma) con tipografías ornamentales (por ejemplo, Corsiva) (Bernard, Mills, Peterson y Storrer, 2001).

Las opiniones de los lectores sobre legibilidad relativa (juicios subjetivos) sí discriminan entre tipos de letra, pero esto no se relaciona normalmente con las diferencias en cómo se leen (Recuadro 5.2). En términos generales, se prefiere los tipos de letra que han sido diseñados para pantalla, o que se utilizan con frecuencia, pues son percibidos como más fáciles de leer (Boyarski, Neuwirth, Forizzi, y Regli, 1998, Bernard, Mills, Peterson y Storrer, 2001). Éstos tienden a tener una mayor altura de x, caracteres más amplios, contraformas más abiertas y menor variación en el ancho del trazo.

En ocasiones, una investigación encuentra una diferencia entre tipografías cuando se ha tomado la precaución de hacer que el experimento sea lo más sensible posible (véase el Capítulo 4: Desafíos). Por ejemplo, se ha demostrado una ventaja para el Gill Medium sans serif sobre otros tipos de letra sans serif, pero no hay diferencias entre los tipos serif y sans serif (Poulton, 1965). Su método consistió en limitar el tiempo de lectura de extractos de texto a 90 segundos, y medir el grado de comprensión por medio de preguntas abiertas con respuestas cortas (más fáciles de calificar). Dicho estudio utilizó dos versiones de Univers: una coincidente con los otros tipos respecto a la altura de la x; la otra, coincidente con el tamaño en puntos (Figura 5.7).

Serif versus sans serif

Uno de los debates más comunes y de algún modo polémicos, se refiere a la legibilidad relativa de los tipos serif y sans serif. Normalmente, las comparaciones de tipos serif y sans serif no encuentran diferencias en velocidad de lectura o comprensión. En una revisión crítica de 72 estudios que comparan diferentes tipos de letra, Lund (1999) no llegó a una conclusión válida a favor de las tipografías serif o sans serif. El Recuadro 5.3 describe un estudio que aparentemente muestra una ventaja para una fuente serif.

Pregunta: ¿Por qué las comparaciones de tipos serif y sans serif podrían ser un tema popular para un estudio?

The sans serif typefaces used by Poulton

Figura 5.7: Los tipos de letra sans serif utilizados por Poulton (1965) con las dos versiones de Univers.

Estas comparaciones de tipos serif y sans serif utilizaron tipografías existentes, que por tanto varían de muchas formas que la mera presencia o ausencia de serifs (Capítulo 4: Comparación de tipografías). Estas diferencias incluyen peso de las astas o fustes, longitudes de ascendentes y descendentes, anchos de caracteres, proporciones variantes de anchos de trazo. Algunos estudios más recientes han intentado aislar el efecto de las serifs de las variables mencionadas; la introducción del tipo digital ha facilitado a los investigadores manipular las tipografías y modificar sus características individuales. Sin embargo, se requiere experiencia para efectuar estas manipulaciones, dado que en una tipografía bien diseñada existe una interrelación de elementos (dentro de cada letra y en relación con las demás) que puede verse afectada.

Tal experiencia se incorporó en un estudio llevado a cabo por un matemático, Robert A. Morris, con la colaboración de colegas científicos de la visión y de un diseñador tipográfico, Charles Bigelow. Este estudio se ha mencionado con anterioridad en relación con interdisciplinariedad (Capítulo 3) y el desafío que implica la comparación de tipos de letra (Capítulo 4). Los investigadores compararon versiones serif y sans serif de Lucida, diseñadas por Bigelow y Holmes. Las formas subyacentes son idénticas a la principal variación –la presencia o ausencia de serifs– lo que resulta en un ligero aumento en el área negra de la versión con serif. Utilizaron un tamaño pequeño (alrededor de 4 puntos) y otro grande (aproximadamente 16 puntos), y encontraron que los serifs disminuían la velocidad de la lectura con el tamaño pequeño, pero no hallaron diferencias con el tamaño grande.

Se han realizado pruebas más recientemente con versiones serif y sans serif de Lucida, en que los participantes observan palabras y oraciones.

Las razones propuestas para la ventaja de las tipografías serif en la lectura de texto corrido, son que los serifs:

La primera razón es plausible ya que sabemos que la individualidad de las letras es importante; cuanto más fácil sea diferenciar las letras, más fácil será leer. Sin embargo, existen otros medios para hacer que las letras se puedan discriminar mejor que añadiendo serifs (véase ‘Rasgos de las letras’ más adelante). En el Panel 5.2 se explica por qué las dos últimas razones no cuadran con lo que sabemos acerca de la lectura.

Letras individuales

Tinker exploró la legibilidad relativa de las letras minúsculas (reseñado por [Tinker, 1963]1963); concluyó que algunas letras son intrínsecamente más legibles que otras porque se pueden discriminar mejor, es decir, tienen ciertos rasgos distintivos.

Tinker ideó este orden de más a menos legible:
k d q b p m w f h j y r t x v z c o a u g e i n s l

Las razones dadas por Tinker para estas diferencias de legibilidad son:

Otra posible razón para encontrar diferencias en legibilidad puede ser la frecuencia de las letras. Se ha encontrado una correlación con la frecuencia de las letras, ya sea por la precisión al identificar una letra (Larson and Carter, 2016) y la velocidad para determinar si un elemento es una letra o no lo es (New and Grainger, 2011). Podríamos esperar que si encontramos una letra más frecuentemente sería más fácil de identificar. Sin embargo, no todos los estudios han encontrado este efecto, y esto inluye a Tinker quien reportó no haber encontrado relación o una pequeña correlación negativa entre frecuencia de la letra y legibilidad en letras minúsculas (Tinker, 1928).

Como no podemos optar por componer un texto que evite letras de baja legibilidad, o baja frecuencia, estas deducciones no resultan particularmente útiles. Quizás puedan guiar a los diseñadores de tipografías hacia los focos de atención para mejorar la legibilidad de sus fuentes o ayudar al diseño de logotipos. Pero como diseñadores gráficos en búsqueda de un tipo de letra que se use en circunstancias especiales (por ejemplo, baja iluminación) o para grupos específicos de lectores (por ejemplo, deficientes visuales, lectores novatos), necesitamos conocer qué características de los tipos, y no de las letras, influyen en la legibilidad. De hecho, Tinker incluyó algunas indicaciones sobre la forma de los serifs y en qué letras se aplican, la proporción entre anchos de trazo gruesos y delgados (modulación), y el tamaño de los ojos (espacio en blanco dentro de las letras). Sin embargo, las sugerencias mencionadas no se sustentan en los experimentos, además de que fueron influenciadas por los procesos de impresión de la época. Por lo tanto, debemos recurrir a investigaciones más recientes.

Rasgos de las letras

La investigación psicológica ha demostrado que al leer detectamos los rasgos simples de las letras para poder identificarlas, los que se han descrito previamente como “rasgos distintivos”, haciendo énfasis en su rol para aportar pistas para diferenciar las letras. En el Capítulo 2, mencioné que una tendencia de los investigadores que desarrollan modelos de lectura ha sido asumir que la fuente no afecta el modo en que se identifican las letras. Pero algunas investigaciones más recientes indican que entre más rasgos tengan, somos menos eficientes en la identificación de las letras. Las formas más complejas, por ejemplo, las tipografías ornamentadas, tienen más rasgos (Panel 5.3). Por lo tanto, lo que Tinker dedujo –pero no probó– parece ser correcto, aunque se refería a diferentes letras y no diferentes tipos de letra. Los contornos más simples son más legibles que los contornos complejos. El ejemplo de la Figura 5.8 es exagerado, ya que no consideraríamos que fuentes tipo Script (con un contorno complejo) serían adecuadas para leer texto corrido, pero una comparación de ambos tipos ilustra el punto.

Kunstler Script compared with Arial
Figura 5.8: Kunstler Script, 36 puntos (arriba) se compara con Arial, 24 puntos (abajo).

Se han desarrollado formas más simples de algunas letras para la lectura de los niños, con base en la opinión sostenida por muchos docentes de que para los niños será más fácil leer con estilos de letras que sean de forma similar con las que ellos mismos escriben. Las letras modificadas se describen como «caracteres infantiles» y las diferencias son más evidentes en la a y la g (véase la Figura 5.9). Un estudio de Walker y Reynolds (2003) no encontró diferencias entre los tipos de letra con y sin caracteres infantiles –en cuanto a errores–, cuando niños entre 5 y 7 años leyeron en voz alta. Los niños estaban conscientes de las diferentes formas, y algunos fueron capaces de identificar las que leían y las que utilizaban al escribir. Estos resultados sugieren que los caracteres no infantiles no son problemáticos y no necesariamente ayudan a discriminar entre letras.

Two versions of Gill Sans

Figura 5.9: Dos versiones de Gill Sans muestran la forma modificada de a y g en la fila inferior. Además, un niño en el estudio de Walker y Reynolds (2003) notó la diferencia entre la ‘y’ en el tipo de letra para niños.

En este siglo, una serie de estudios psicológicos han tenido como objetivo identificar cuáles son las características particulares más importantes para identificar las letras. Lamentablemente, han producido respuestas diferentes, lo cual significa que es necesario realizar más investigaciones para aclarar nuestro conocimiento. Las razones de las diferentes conclusiones pueden ser la variación en:

Para aumentar la confusión, la terminología para las diferentes partes de la letra no siempre coincide con las descripciones más precisas de los diseñadores de tipos. Además, la terminología no siempre es congruente en todos los estudios. Al resumir los resultados de cuatro de estos estudios, introduciré una terminología congruente. Los diseñadores hablan de ‘trazos’ más que de líneas, con lo que reflejan su origen caligráfico, y los componentes se pueden describir como:

Uno de los estudios originales que exploraron el papel de distintos componentes de las letras, utilizó el tipo de letra Courier (Petit y Grainger, 2002); descubrieron que los segmentos intermedios de las letras juegan un papel crítico en la identificación de las letras (véase Figura 5.10).

Complete letters in Courier
Figura 5.10: Letras completas en mayúsculas Courier (arriba); letras solo con las uniones de los trazos (centro); letras solo con los segmentos intermedios (abajo).

Algunos años después, dos estudios que emplearon el tipo de letra Arial informaron que las terminales de los trazos (en particular) y las líneas horizontales (una forma de segmento intermedio) son claves importantes para la identificación de las letras, tanto en mayúsculas como minúsculas; las uniones de los trazos son de gran importancia para las mayúsculas; y las diagonales hacia la derecha (otro tipo de segmento intermedio) son más útiles para identificar minúsculas que mayúsculas (Fiset, Blais, Éthier-Majcher, Arguin, Bub y Gosselin, 2008; Fiset, Blais, Arguin, Tadros, Éthier-Majcher, Bub y Gosselin, 2009). La figura 5.11 muestra estas partes de las letras.

Distinguishing parts of letters
Figura 5.11: Se ha encontrado que estas partes o características de las letras son importantes para reconocerlas y distinguirlas de las demás. A la izquierda se muestran las terminales o finales de trazos que son importantes en la identificación de letras tanto mayúsculas como minúsculas. En medio se muestran los trazos horizontales, reutilizados para identificar letras mayúsculas y minúsculas. A la derecha se presentan las uniones de trazos que resultan más relevantes para identificar las letras mayúsculas, y los trazos diagonales inclinados hacia la derecha, que se utilizan como indicios en las minúsculas.

Aproximadamente al mismo tiempo, Lanthier, Risko, Stolzh y Besner (2009) encontraron que al quitar los cruces de rasgos de las letras mayúsculas en Arial Narrow, la identificación de letras y palabras se hace más difícil que al quitar los segmentos intermedios (véase Figura 5.12), lo cual sugiere que las uniones de rasgos son importantes en la identificación de letras.

Complete and partial letters of Arial Narrow
Figura 5.12: Letras completas en mayúscula Arial Narrow (arriba); letras sin los segmentos medios (centro); letras sin uniones de rasgos (abajo).

El cuarto estudio utiliza el tipo de letra Minion, para también analizar qué componentes de las letras son más importantes en las palabras (Rosa, Perea y Enneson, 2016). Sus resultados muestran que los segmentos medios son los más importantes para la identificación, seguidos por las uniones de trazos; las terminales no parecen tener un rol fundamental. La Figura 5.13 ilustra la eliminación de cada uno de los tres componentes; se empleó dicha manipulación para determinar la contribución de cada uno. Como este estudio utilizó una tipografía serif (en contraste a una sans serif, Arial), es posible que al quitar las terminales, se tenga menor impacto.

Four versions of the word perpetua

Figura 5.13: Cuatro versiones de la palabra perpetua, que comienzan con la palabra completa y después muestran los tres tipos de eliminaciones: supresión de remates, supresión de segmentos medios y supresión de uniones (Rosa, Perea y Enneson, 2016.)

El Recuadro 5.5 proporciona más detalles sobre el modo en que estos cuatro estudios dividieron las letras en componentes, así como los diferentes métodos de prueba.

La comparación de los resultados de los cuatro grupos de investigadores, indica que aún no tenemos una idea clara de cómo identificamos una letra. Dos estudios destacan los segmentos medios como importantes; otro, las uniones de trazos, y otro más, las terminales. Hasta el momento, no sé de ningún estudio que compare diferentes tipos de letra (mayúsculas y minúsculas) utilizando uno de estos métodos para ver si los componentes o características que usamos para diferenciar letras dependen de las características de la tipografía.

Una perspectiva más tipográfica sería buscar serifs que puedan funcionar como terminales y que puedan contribuir a diferenciar algunas letras. Pero ¿por qué no se encuentran diferencias claras cuando se comparan tipografías serif y sans serif? Un factor que quizás contribuya es que los serifs pueden mejorar la capacidad para discernir algunas letras (es decir, hacerlas menos similares a otras letras), pero los serifs también pueden hacer que otras letras sean menos discriminatorias y, por lo tanto, susceptibles de reconocimiento erróneo. Por consiguiente los serifs pueden ayudar en algunos trazos terminales, pero no en todos. El Recuadro 5.6 describe algunos estudios que abordan este tema y se centran en letras específicas.

Otro planteamiento para determinar qué características influyen en la legibilidad, se ha centrado en las confusiones de letras individuales, como las propuestas por Tinker (es decir, c y e). El objetivo era proporcionar recomendaciones para elementos específicos de diseño destinados a lectura en pantalla y para situaciones en que resulta necesario identificar códigos o caracteres individuales de forma rápida y precisa, tales como las pantallas de control de tráfico aéreo (Fox, Chaparro y Merkle, 2007). El Recuadro 5.7 describe los hallazgos de este estudio.

Mitades superiores contra mitades inferiores de letras y palabras

Un efecto que se puede demostrar de manera muy sencilla es la relativa facilidad para leer textos cuando solo se dispone de las mitades superiores de las letras, si la comparamos con la lectura de las mitades inferiores (Figura 5.18). Esto obviamente no es una forma en la que querríamos componer textos, pero puede decirnos algo acerca de la forma en que leemos, por ejemplo, por medio de los movimientos oculares. Este conocimiento puede ayudarnos, aunque indirectamente, a tomar decisiones de diseño.

Huey (1908/1968) observó lo ventajosa que resulta para la percepción la mitad superior, alegando que

…la mitad superior de una palabra o letra es obviamente más importante para la percepción que la mitad inferior. Huey (1968, p. 98)

Visible top halves versus visible bottom halves
Figura 5.18: Es más fácil leer el texto cuando se ven las mitades superiores de las letras que cuando sólo vemos las mitades inferiores.

Un antiguo manual para impresores explicaba esto: el Typographical printing-surfaces: the technology and mechanism of their production (‘Superficies para impresión tipográfica: la tecnología y el mecanismo de su producción) de Legros y Grant (1916) explicaba que las letras más frecuentes sobresalen de la línea media. La frecuencia de las letras puede variar según el modo de contarlas, qué contenido se usa y qué idioma. Sin embargo, a pesar de las diferencias, el consenso es que la primera letra con un descendente (p o g en inglés y probablemente p en español) es la número 16 en términos de frecuencia; hay 4 ó 5 letras con ascendentes que son más frecuentes que la p. Lógicamente, esto nos dice que habrá más partes de letras por encima de la línea media que por debajo, lo que puede quitar ambigüedad a las letras. Una comparación del nivel de ambigüedad en la parte inferior y superior de las letras en algunos idiomas europeos (Tejero, Perea y Jiménez, 2014) muestra similitudes:

Al examinar los movimientos oculares, sabemos que el ojo se fija durante más tiempo cuando lee la mitad inferior que al hacerlo con la mitad superior, lo que indica que al quitar la mitad superior, se produce un mayor esfuerzo para la lectura (Perea, 2012). La investigación descrita anteriormente, la que identificó las características de letras que utilizamos para distinguir una letra de otra, no encontró un sesgo hacia las características en las partes superiores de las letras. El sesgo que vemos en la demostración (Figura 5.18) parece estar restringido a las letras en el contexto de las palabras. Esto se debe a que las palabras no tienen el mismo número de cada letra, pero sí tienen más letras que son ambiguas en su parte inferior (en el alfabeto latino). La evidencia de esto se encuentra en un ingenioso experimento que controló el número de letras ambiguas en la mitad superior e inferior de las palabras, y eliminó el efecto (Tejero, Perea y Jiménez, 2014).

Mayúsculas versus minúsculas

A diferencia de las comparaciones entre diferentes tipos de letra, un resultado bastante consistente es que la lectura se vuelve más lenta cuando todas las letras son mayúsculas, a diferencia de textos con letras minúsculas o tipo enunciado (cuando el inicio del enunciado lleva mayúscula). En el pasado, esto se atribuía a que se perdía la forma de la palabra en las mayúsculas (ascendentes y descendentes), pero como leemos identificando letras individuales, ésta no puede ser la explicación. Estamos más familiarizados con la lectura de minúsculas en texto continuo, lo que puede explicar esta ventaja. Un estudio muy reciente explica que al leer oraciones, hubo una mayor probabilidad de que se repitieran las fijaciones (es decir, se miraran de nuevo) en las palabras en mayúsculas que aquéllas en minúsculas (Perea, Rosa y Marcet, 2017). Los investigadores sugieren que al leer, primero hacemos una comprobación de familiaridad antes de mover los ojos a la siguiente ubicación, y lo más probable es que dicha revisión sea una comparación con las palabras que tenemos almacenadas, si estamos leyendo formas visuales que nos resultan más familiares.

Sin embargo, en el mismo tamaño en puntos, la mayúscula es más grande que la minúscula. ¿Debería ser la altura de la x en minúscula igual a la altura de la mayúscula cuando hacemos comparaciones en experimentos?

Comparison of text in all capitals

Figura 5.19: Comparación de un texto en Times New Roman de 22.5 puntos en negrita, y Times New Roman de 14 puntos en mayúsculas. La altura de x en los ejemplos superiores coincide con la altura de las mayúsculas en el ejemplo inferior, ajustando el tamaño nominal en puntos. Con este ajuste, los encabezados se encontraron más rápido en minúsculas que en negritas (Poulton, 1967).

Lower can upper case Arial compared
Figura 5.20: Minúsculas y mayúsculas, ambas en Arial de 12 puntos.

Todo esto parece señalar que el tamaño físico de las letras es importante, así como también la familiaridad, es decir, aquello a lo que estamos acostumbrados a leer.

Pregunta: ¿Te sorprende esto?

Tamaño del tipo

Si nos quedamos en el nivel de las letras, explicar la legibilidad parecería ser muy sencillo:

El tamaño y la forma de los símbolos impresos determinan la legibilidad del texto.
Legge y Bigelow (2011, p. 1)

El tema de las formas se ha tratado con anterioridad en detalle, y las diferencias entre mayúsculas y minúsculas llevaron a la conclusión de que el tamaño puede ser más relevante que la forma.

Un enfoque para encontrar el tamaño de letra más apropiado para la lectura de texto continuo es determinar los límites. El tamaño de letra más pequeño con el que se puede leer a máxima velocidad se denomina ‘tamaño de impresión crítico’. Con tamaños más pequeños, la velocidad de lectura se vuelve mucho más lenta. El tamaño de impresión crítico depende de cada persona, tipo de letra y el modo de medirlo. Existe además la dificultad, mencionada anteriormente, de que los tipos de letra del mismo tamaño en puntos tienen diferentes alturas de x. Debido a que el tamaño en puntos óptimo o más pequeño para ser legible dependerá del tipo de letra, toda investigación será válida solo para las tipografías particulares que se utilicen en ese estudio.

Quizás una forma de resolver este problema haya surgido de la colaboración (también mencionada anteriormente) entre el científico de la visión y el diseñador de tipos (Legge y Bigelow, 2011), en que tomaron diversos estudios anteriores y tradujeron los tamaños de tipo en medidas de los ángulos visuales de las alturas de x. Para que esto fuera accesible a los diseñadores, describieron sus implicaciones en relación con un tipo de letra común. En su reporte indican que el tamaño de impresión crítico es una altura de x de 0.2 grados, equivalente a Times New Roman de 9 puntos a una distancia de 40 cm. Este resultado es congruente con el descubrimiento de Tinker de que Granjon de 9 puntos se leyó tan rápido como los tamaños más grandes (Tinker, 1963, p. 71). Esta convergencia de un tamaño mínimo para impresión resulta alentadora, ya que se utilizaron diferentes métodos para llegar a la misma conclusión, haciendo que el resultado sea más confiable. El Recuadro 5.8 proporciona más detalles sobre dicha colaboración.

Para lectura en pantalla, parece ser necesario un tamaño ligeramente mayor a 10 puntos para alcanzar el ‘umbral de legibilidad’, es decir, el menor tamaño con que podemos reconocer letras y palabras. Además, se encontró que la altura de x en relación con el tamaño del cuerpo de letra, es un factor importante para aumentar la legibilidad (Sheedy, Subbaram, Zimmerman y Hayes, 2005). Para un cierto tamaño de cuerpo, Verdana fue el más legible y Times New Roman el menos legible, quedando como intermedios Arial y Georgia (véase la Figura 5.22).

Relationship between x-height and body size

Figura 5.22: Relación entre la altura de x y el tamaño de cuerpo de letra (según las cifras de Legge y Bigelow, 2011) que corresponde al umbral de legibilidad.

Cuando se mide la velocidad de lectura, una letra de 12 puntos se lee más rápido que otra de 10 puntos, aunque la diferencia es relativamente pequeña. En este estudio de Bernard, Lida, Riley, Hackler y Janzen (2002) los investigadores encontraron que la velocidad y la precisión se compensan entre sí: la lectura ligeramente más rápida con 12 puntos resultó en la pérdida de algunos de los errores deliberados (palabras sustituidas) en el texto. La sugerencia de que quizás no hubiese ventaja al exceder los 10 puntos en la letra para pantalla cuando se usa Helvetica y Georgia, proviene de un estudio de seguimiento ocular (Beymer, Russell y Orton, 2008). Pero debemos recordar que la altura de x del tipo de letra sea probablemente el factor determinante.

Todas las investigaciones anteriores se relacionan con adultos. Los libros de lectura para niños generalmente usan tamaños de letra más grandes y una separación de líneas generosa; ambos se reducen a medida que aumenta la edad de quien lee. La clave consiste en asegurar que las diferencias entre las letras sean fáciles de discriminar en las primeras edades, para que los niños puedan concentrarse en los otros aspectos de la lectura (extraer sonido y significado) y no en el procesamiento perceptual, es decir, la identificación de las letras.

Tinker (1965) propuso que a alrededor de los 10 años de edad, los niños ya responden a los arreglos tipográficos de la misma manera que los adultos; por lo tanto, a esa edad, sería adecuada la tipografía entre 10 y 12 puntos. Los tamaños que se recomiendan para los niños más pequeños son:

Pregunta: En base a lo que ahora sabes sobre cómo leemos, ¿por qué crees qué tal vez no sea buena idea continuar usando los tamaños más grandes para niños de más de 10 años?

Diversas investigaciones parecen respaldar la ventaja de una letra más grande para los niños más pequeños, y en algunas se argumenta que para las estrategias de lectura de los niños, los tamaños de letra podrían ser aún mayores que los empleados actualmente (Hughes y Wilkins, 2000).

Variantes de tipos (negrita y cursiva)

La investigación tradicional indica que un texto fijado en itálicas disminuye la velocidad de la lectura; en negritas, parece no afectar la velocidad de lectura de texto continuo y puede percibirse a una mayor distancia (resumido en Tinker, 1963, 1965). La práctica y recomendaciones usuales de reconocidos libros de tipografía como The elements of typographic style (Bringhurst, 1992) es usar negrita para establecer títulos, enfatizar palabras clave, etc., y usar itálica como un medio para diferenciar palabras u oraciones dentro de párrafos más largos. Estas diferenciaciones se pueden considerar como ‘señales tipográficas’ que pueden crear un efecto de aislamiento, separando cierta información y haciendo que sea más factible que los lectores lo noten.

Al ver cuán rápido podemos reconocer una palabra (al distinguir si se trata de una palabra o no, es decir, una palabra sin significado), se responde más rápido a aquéllas en negrita que en romano (usando los tipos de letra Bookman y Arial). Esto ocurre en particular si la palabra es poco común (referida como de baja frecuencia) (Macaya y Perea, 2014).

Podría parecer una buena idea emplear una fuente en negrita para componer textos completos; sin embargo, otras evidencias sugieren que se puede hacer una distinción entre la legibilidad de una fuente y la relevancia perceptiva de palabras individuales (Dyson y Beier, 2016). Este estudio exploró la permuta entre romanas y diferentes variantes para averiguar qué características estilísticas (peso, ancho, contraste e itálica) afectan el reconocimiento de palabras. Se descubrió que algunas palabras sueltas en negrita sí resultan perceptualmente relevantes (es decir, se destacan), pero no son particularmente legibles como fuente. Y dado que el cambio de romanas a itálicas no disminuye el reconocimiento de palabras, sugiere por consiguiente que las palabras formadas en itálica no funcionarán tan bien como en negrita para fines de énfasis. La negrita parece ser más adecuada que la itálica para formar encabezados u otros dispositivos de acceso que hacen que las palabras se enfaticen.

Semántica de la tipografía

En el Capítulo 1 se introdujo la idea de que un tipo de letra tenga tanto un papel semántico como uno funcional. Las tipografías pueden adaptarse a propósitos particulares no solo porque sean fáciles de leer, sino también porque transmiten un significado a través de su forma visual, descrita ocasionalmente como personalidad. Esto resulta particularmente relevante para la comercialización, en tanto que los nombres comerciales o marcas presentadas en tipos de letra apropiados (es decir, consistentes con el producto), se eligen con mayor frecuencia que aquéllas con tipografía inadecuada (por ejemplo, Doyle y Bottomley, 2004, 2006).

Estos dos roles parecen estar bastante separados. Un tipo de letra específico podría ser más o menos apropiado para un contexto particular (por ejemplo, el letrero de una tienda, invitación a una boda, una novela, un libro de texto, un informe anual); pero ¿por qué la legibilidad de dicho tipo se vería afectada por su personalidad? Es posible que esta separación entre legibilidad y estética no exista, de acuerdo con un estudio fascinante. Este estudio demuestra que respondemos a las palabras más lentamente si las cualidades perceptivas de la fuente son inconsistentes con el significado de la palabra, por ejemplo, la palabra ‘pesado’ en una fuente ‘ligera’ (Lewis y Walker, 1989). La Figura 5.23 ilustra palabras en que la fuente es consistente o inconsistente con el significado de la palabra. Los orígenes de este efecto se describen en el Recuadro 5.9.

Two of the words used by Lewis and Walker

Figura 5.23: Dos de las palabras utilizadas por Lewis y Walker (1989) formadas en Cooper Black (pesada) y Palatino Italic (ligera).

Un estudio más reciente confirma que el uso de una fuente que sea inconsistente con el significado de la palabra (Figura 5.24) retrasa la emoción transmitida (Hazlett, Larson, Shaikh y Chaparro, 2013). Por lo tanto, la legibilidad puede verse influenciada por el significado transmitido por el tipo de letra, aunque para que esto ocurra, resulta necesario que haya una diferencia bastante grande entre las personalidades de las tipografías.

Four of the words used by Hazlett, Larson, Shaikh, and Chaparro

Figura 5.24: Cuatro de las palabras utilizadas por Hazlett, Larson, Shaikh y Chaparro (2013) formadas en Corsiva y Times New Roman.

Estudios anteriores describieron las connotaciones de los tipos de letra como ‘valor de la atmósfera’ (Ovink, 1938) y ‘congenialidad’ (Zachrisson, 1970). Los enfoques experimentales para determinar el significado generalmente han empleado escalas de diferenciales semánticos (véase descripción de la Categorización en el Panel 4.5). Las dimensiones que han surgido son:

Las primeras tres dimensiones se aplican a muchos casos de diferentes tipos, por ejemplo, partidos políticos u obras de arte, pero se ha descubierto que el estado de ánimo resulta particularmente relevante a las tipografías.

Como las preferencias y el empleo de tipografías cambian con el tiempo, puede ser más útil observar los resultados de los estudios en cuanto la mayor o menor generalización de los patrones que a las personalidades de tipos de letra específicos. Shaikh y Chaparro (2016) hicieron el reporte de una encuesta en línea de 40 tipos de letra en pantalla, cuyas tendencias muestran que:

Sin embargo, debemos considerar que también hay tipos de letra individuales dentro de una categoría que se desvían de estas tendencias. La Figura 5.26 ilustra los tipos de letra.

Display typefaces compared with script typefaces

Figura 5.26: Tipos de letra para exhibición se perciben como más fuertes, menos valiosos y más activos. Los tipos de letra de texto se perciben como menos fuertes, más valiosos y menos activos (Shaikh y Chaparro, 2016).

Dado que normalmente nos enfocamos en la lectura, y no en examinar el tipo de letra, quizás no hagamos conscientes las connotaciones del tipo de letra. Pero si se pide juzgar la idoneidad de un tipo de letra para un tipo de texto en particular (ya sea profesional o amigable), los lectores se vuelven conscientes de su congruencia o falta de ella (Brumberger, 2003).

Sería de esperar que los tipógrafos y diseñadores gráficos se concentren aún más en la personalidad de las tipografías. Algunos estudios han encontrado diferencias en cuanto al modo de percibir las cualidades semánticas de las tipografías en función del nivel de experiencia en el diseño, pero quienes no son diseñadores, son capaces de percibir las connotaciones tipográficas (Tannenbaum, Jacobson, and Norris, 1964). Generalmente diseñadores y no diseñadores coinciden en sus juicios, pero también puede haber diferencias pronunciadas en cuanto a ciertos tipos de letra (Bartram, 1982). Por ejemplo, los diseñadores califican a Futura de manera positiva en las dimensiones ‘evaluativa’ y de ‘estado de ánimo’ (es decir, bello, agradable, bueno, feliz, relajado) mientras que los no diseñadores, lo califican de negativo en estas mismas dimensiones (es decir, feo, desagradable, malo, triste, tenso). Por lo tanto, los diseñadores deben tener precaución al suponer que sus propias percepciones coincidirán perfectamente con las de todos los lectores.

Pregunta: ¿Cómo procederías para verificar que tu selección de tipo(s) de letra para un proyecto es percibida como la idónea por los lectores?

En lugar de determinar directamente el significado de un tipo de letra, algunos estudios han analizado la manera en que el tipo de letra puede influir en el contenido de un texto. Unos artículos satíricos sobre temas de gobierno y política educativa compuestos en Times New Roman, se percibieron como más satíricos (con más enojo y gracia) que los mismos textos en Arial (Juni y Gross, 2008). Sin embargo, no se trataba de un efecto muy pronunciado, siendo que un estudio anterior no pudo demostrar que la tipografía pudiese influir en la percepción del contenido del texto (Brumberger, 2003).

En el contexto de una solicitud de empleo, se debe tener presente la selección del tipo de letra. Tres curriculum vitae (CV) idénticos formateados en tres tipos de letra diferentes (véase la Figura 5.27) pueden afectar la percepción del solicitante (Shaikh y Fox, 2008).

The three typefaces used for CVs

Figura 5.27: Los tres tipos de letra utilizados en los CV (Shaikh y Fox, 2008)

Pregunta: ¿Usarías alguno de estos tipos de letra para tu CV? Si no, ¿por qué? ¿Cuál de estos tipos de letra te llevaría a juzgar a un solicitante como informado, maduro, experimentado, profesional, creíble y confiable?

A pesar de la relevancia de las connotaciones tipográficas en la elección de un tipo de letra para un propósito específico, la legibilidad es el criterio más importante de idoneidad que la consistencia con tipos de documentos cargados de texto (Shaikh y Chaparro, 2016). Los lectores están conscientes del valor de la facilidad de lectura.

Resumen

Este capítulo se centra en la tipografía, lo que puede hacerlo parecer como el aspecto más importante de la legibilidad. Es significativo porque la lectura comienza con la identificación de letras. Sin embargo, no debemos olvidar que la forma en que los diseñadores gráficos y de tipografía utilizan los tipos de letra resulta de vital importancia para facilitar la lectura. Al comenzar este capítulo con la investigación sobre los tipos de letra, señala que la lectura comienza con la identificación de letras. El siguiente capítulo aborda esto, mirando investigación en tipografía.